Imagen extraída de "Museo de la ciudad Guadalajara"
Lc 10, 38-42 (+Leer): ...Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio... "Marta, Marta: Andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: solo una es necesaria"...
Para los Esposos
“¡Mi madre sí que sabía cocinar! ¡Mi madre sí que me planchaba bien las camisas! ¡Mi…! ¿Y por qué no te casaste con tu madre? Yo soy tu esposa, no tu madre. Además tu madre ni cocinaba ni planchaba, lo hacía la asistenta. Así que tendrías que haberte casado con la asistenta. Así que tendrías que haberte casado con la asistenta”. Las buenas madres de ahora deben educar a sus hijos enseñándoles o cocinar y planchar. ¿Ayudas en las tareas de la casa o eres un gallito?
Julián Escobar.
El anillo mágico.
Un padre de familia tenía un anillo milagroso. Había pasado de generación en generación al hijo mayor de la familia. El que heredaba el anillo era agraciado con un don especial que lo convertía en amable, virtuoso y bueno en todos los aspectos. Nunca tenía tentaciones de hacer daño a nadie. Nunca pensaba mal de nadie.
Durante muchos años no había habido problemas en la transmisión del anillo porque las familias sólo habían tenido un hijo como heredero. Este padre, sin embargo, tenía tres hijos. Los poderes del anillo alertaron al padre del peligro de que los hijos que no recibieran el anillo cuando él muriera pudieran volverse envidiosos. Para resolver este problema, el padre encargó a un joyero que hiciera dos anillos semejantes al anillo mágico y así cuando muriera podría dejar un anillo a cada hijo.
Al recibir su herencia, la primera pregunta que cada hijo hizo fue: ¿quién de nosotros tiene el anillo verdadero? Los llevaron al joyero y éste no pudo decir cual era el auténtico, los tres eran exactamente iguales.
Fueron también al rabino en busca de ayuda. Éste examinó cuidadosamente los anillos y preguntó a los tres hermanos: “¿Acaso no es la finalidad del anillo mágico hacer del que lo lleva una persona amable, cariñosa, caritativa, virtuosa y trabajadora?”
“Sí, rabino, esa es la finalidad”, contestaron al unísono.
“Entonces, dijo el rabino, no importa cuál es el anillo verdadero. Si los tres os comportáis con amabilidad, cariño, caridad y virtuosamente, el anillo que cada uno lleva se convertirá en milagroso”.
Y así sucedió. Los tres hermanos decidieron no preocuparse por quién llevaba el anillo verdadero sino en vivir lo mejor posible y oraban cada día a Dios pidiéndole fortaleza y sabiduría para hacer siempre el bien a los demás y no maldecir a nadie.
Texto extraído de "Parroquia el Pilar. Soria"
Vídeo de "Youtube"
No hay comentarios:
Publicar un comentario