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- ¡Vaya, Isabel, ya tenía ganas de volver a charlar con usted!
- ¡Pues yo con usted…!
- Ya sé que no le caigo simpático, pero soy una persona de conversación amena y físico atractivo, casi deseable, diría yo.
- Sí en el Cielo habría pedantería, fanfarronería y orgullo ciego, Dios permitió que usted se lo llevara todo. Usted puede hacer mucho gimnasio, ser un gim, vestir con la ropa más cara, acicalarse hasta las uñas de los pies, pero… “¡Aunque el mono se vista de seda, mono se queda!”, y usted es un primario en su comportamiento. ¿No ha oído nunca eso de “de cuarenta para arriba no te mojes la barriga”? Usted ronda los cuarenta, pero le da, y le ha dado, tanto a la bebida, y a los clubs o pubs de lucecitas de neón rosa, que…
- Jaja ¡Estoy hecho un chaval! Las nenas me piropean mentalmente.
- ¡Qué bien! ¿Por eso ninguna nena le ha aguantado y está usted solterón? Jaja y las nenas que se le acercan a usted son aquellas a las que les enseña la billetera. Voy a darle un consejo: Despréndase de su pedantería, de su autoengaño, rece a Dios y vaya a misa y agache un poco su cresta de gallo que sólo cacarea y trate a las mujeres con dignidad y no como presas cazadas con billetera.
- ¡Es usted insoportable! ¡Pobre Manuel!
- ¡Y usted gallo que cacarea!
Julián Escobar.
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