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- ¿Prestas ayuda a los que te necesitan?
- ¿Rehuyes toda ayuda a los demás?
Hay personas que son un reguero de ejemplos. Lee y piensa. Un sargento insultaba a los soldados de su batallón porque no podían sacar un vehículo atascado en el fango. Se presentó un señor y le preguntó al sargento por qué no ayudaba a los soldados. “¿Por qué he de hacerlo? Soy el sargento”. El señor se quitó la chaqueta y ayudó a los soldados a sacar la carreta. Luego dijo al sargento: “Cuando me necesite, llámeme, le ayudaré con mucho gusto”. El sargento le preguntó: “Pero ¿quién es usted?”. El señor le respondió: “El presidente, Abraham Lincoln”. Yo, tu Dios, no soy como ese sargento que exige y no ayuda, y soy más que Lincoln, pues día y noche estoy para lo que me necesites. No olvides que la grandeza de una persona está en el servicio que presta, no en sus títulos.
Julián Escobar.
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