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- ¿Vives en un callejón de rutinas y mentiras?
- ¿Quién o qué te ha metido en él?
Hoy tuve que consolar a una madre que lloraba porque sus hijos están dispersos de mente, corazón e increencias. Yo, le susurré: “¡Animo, tus lágrimas los devolverán al sendero del Evangelio!”.
- ¿Cuántas personas caen en la desesperanza?
- ¿Cuántas personas van a tientas, como ciegos?
- ¿Cuántos “hijos pródigos” por soberbia no regresan a su casa?
- ¿Cuántos jóvenes comen frutos agraces por precipitarse?
- ¿Cuántas personas ríen las estupideces de otros?
Una oración que me han dedicado: “Gracias a Ti, Dios Padre bueno, esta vieja tierra sigue alegrándonos. Los capullos siguen abriéndose en rosas espléndidas. Gracias porque siendo deudores de Ti, Dios nuestro, sigues renovando la Naturaleza que nosotros, ingratos, destrozamos”. ¿Sientes tú lo mismo?
Julián Escobar.
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