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Meter por el propio ejemplo a Dios en el corazón de todas las personas, comenzando por los más cercanos. ¿Y cómo se consigue esto? Lo dicen buenas personas: “llevando la vida a la oración y la oración a la vida”. Esto es: ser ejemplo de que estamos con Dios y Dios siempre está con nosotros.
Llevar la oración a la vida no es caminar por la calle con los ojos cerrados. ¿Qué nos ocurriría si fuéramos así de pazguatos? Santa Teresita lo cuenta. “Quiso un día, de chiquilla, mortificar la vista y se decidió caminar a ciegas. El resultado fue muy simple: un cesto de manzanas rodando por el suelo. Santa Teresita aprendió la lección: un santo de ojos cerrados sólo consigue fastidiar al prójimo, aunque sea santamente. Por la vida hay que ir con los ojos abiertos, con los ojos cristianos.
- ¿Vas por la vida con los ojos abiertos?
- ¿Mortificas a los demás con la excusa de que tú quieres ser bueno?
Julián Escobar.
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