Imagen extraída de "www.diocesisdetorreon.org"
Una vez, un marinero, se encontraba sólo en un barco. Y, ante la inminente muerte, optó por gritar una y otra vez: ¡MARIA! ¡MARIA! ¡MARIA!
Y, sigue la narración que, al momento, se escuchó una delicada voz: “JESUS” “JESUS”
María nos atiende siempre. Recoge nuestras plegarias. Pero, a continuación, lleva –como si fuera una funcionaria de correos nuestras peticiones al que es Señor de todo: a Dios.
¿Rezas a María? ¿Cuándo lo haces? ¿Conoces el Ave María? ¿El Bendita sea tu pureza? ¿La Salve? Intenta recuperar algunas oraciones de la Virgen. Te vendrán bien.
Tú eres mi esposo, y te quiero, pero ya no puedo aguantarte más. Cada palabra o consejo que das es un ladrido de mastín alemán hambriento. Soy persona, no perro adiestrado.
Julián Escobar.
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