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- ¿Qué actitud coges cuando muere un familiar?
- ¿Puede la fe o la suprema tristeza?
La vida de san Teófano Vénard, escrita por el R. Trochu, es el largo relato, detallado y conmovedor, de una vida de misionero en el Vietnam, en el siglo XIX. Teresa de Lisieux lo escogió como hermano espiritual.
Arrestado y encarcelado en una jaula, condenado a muerte por orden real, mientras esperaba la ejecución tuvo tiempo para escribir a su familia varias cartas que los cristianos se encargaban de hacer llegar a sus destinatarios.
Ved en qué términos hablaba de su cercana muerte:
«El mundo ya no tiene ningún atractivo para mí. Lo que los hombres tienen por felicidad, yo lo tengo por basura. Para mí el tiempo se va a acabar.
Mi alma es como el espejo de un lago tranquilo, o como el cielo azul. No siento la pérdida de nada de aquí abajo y sólo espero beber en la fuente de aguas vivas de la vida eterna.
»Pronto diré adiós a la tierra y subiré al cielo, el lugar del descanso eterno de los santos, a escuchar melodías que el oído humano nunca escuchó, a contemplar bellezas que el ojo nunca vio y a gozar de una felicidad que el hombre nunca conoció.
»Estoy llegando a la hora tan esperada... Dios ha elegido a los humildes para confundir a los poderosos.
»Yo soy la flor que el Maestro va a cortar para su jardín del cielo.
Nosotros somos las flores que el Maestro cultiva en los jardines del mundo y que pronto cortará unas tras otras. Yo, como florecita, partiré el primero, a la espera de encontrarnos todos en aquella alegría y felicidad que no tendrán fin».
Julián Escobar.
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