Todas tus preocupaciones giran alrededor de ti mismo. ¿No te preocupan las de tu esposa/o? Jesús nos dijo que teníamos que ser sal y luz para los demás, pero ¿eres tú sal y luz para alguien? Quien no es sal y luz para los demás, tampoco es para sí mismo. ¡Te has quedado insípido/a y a oscuras! ¿Sabes por qué te ocurre esto? Porque diste la espalda a Dios y al amor, que sabes que el amor es servicio, es hacer todo para hacer feliz a los que te rodean. Tu soberbia personal y tu vanagloria inflada por tu egoísmo, te han atrapado, te han dejado como un globo sujeto a una rama de árbol y tú te crees que levitas. ¡Despierta! Si no eres luz y sal para los demás no tienes tampoco para ti mismo.
Julián Escobar.
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