“Quien mucho abarca, poco aprieta”.
¿Quieres ir quitándote defectos? Hazlo uno a uno. El creer que te puedes librar de ellos todos a la vez, ya es un defecto o pecado: ¡El de soberbia! Así que puedes empezar por silenciar la soberbia con actitudes humildes.
1- No alabarme ni expresar una estima desorbitada por mí.
2- No pavonearme ante las alabanzas, aunque sean merecidas, que me hagan.
3- No sentir envidia de otros cuando son alabados.
4- No hacer o decir nada por ser bien visto y estimado.
5- No falsear la voz de mi conciencia.
El gozo y la alegría viene de sentirse en paz con uno mismo, y si es posible, con los demás. ¡Junta a Cristo en el trato con los demás y contigo mismo y serás feliz!
Julián Escobar.
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