Ante la pérdida de un ser amado, sólo la fe en la resurrección puede consolar su ausencia. En algunas lápidas se lee: “Aquí duerme el sueño eterno”. Pero los Padres de la Iglesia decían lo contrario, la vida en la tierra es un sueño, la muerte es su despertar.
Todos le tememos o por lo menos no simpatizamos con la muerte aunque la Fe nos asegure que es un sueño, un tránsito. Pero, ¿qué opinamos de las muertes “psicológico-afectivas” que nos provocamos nosotros mismos? Una persona “deprimida” que vive con un profundo y agudo sentimiento de frustración ¿no se siente “muerta”, con todo a su alrededor derrumbado? La muerte del Cuerpo no podemos evitarla, la muerte afectiva, sí. ¡Valore y ayude a los que le rodean!
Julián Escobar.
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