Durante la guerra mundial se repetía un lema: “La mejor defensa es el ataque”. Quien empieza la ofensiva ya lleva gran ventaja. Así ocurre con las personas: atacar a los pequeños defectos, es garantía de que no crezca y se unan ganando a la voluntad y al carácter de las personas. La pereza, el desamor, la glotonería, los caprichos incontrolados, la envidia… una a una se las puede vencer… a todas juntas es imposible. La gracia divina es una fuerza a nuestra disposición. Es la aliada del alma para que no sea esclava del mal.
¿Qué hace usted por ir venciendo a sus pequeños defectos o esclavitudes?
Julián Escobar.
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