Se cuenta que en la ciudad de Pittsburgh, hace décadas, había muchas fábricas de acero que trabajaban día y noche. La gente cercana a las fábricas se acostumbró al ruido y dormían bien, incluso el ruido les ayudaba a dormirse. Hubo un gran accidente y cerraron las fábricas. El ruido cesó… la gente se despertó y ahora les costaba dormirse. Algo así nos sucede a nosotros. ¡Nos acostumbramos a los pequeños y grandes defectos! Críticas, envidias, comentarios insidiosos… ¡Levántate del sillón de la indiferencia, del pasotismo, de la pereza y no te “acostumbres” a vivir de espaldas al Evangelio! ¿Combatirá sus defectos?
No quieras hacer a los demás perfectos. ¡Comienza tú a serlo y ellos te imitarán! Dar buen ejemplo es darles comida. ¡El buen ejemplo también es comida!
- ¿Te esfuerzas por librarte de los pequeños defectos?
- ¿Te molestan los defectos de los demás?
Julián Escobar.
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