Hacen falta católicos. Licurgo, acusado por los jóvenes ricos de Esparta, e irritados por las leyes que había dictado contra el lujo, fue agredido por uno de ellos llamado Alcandro, el cual, con una vara le sacó un ojo. Licurgo con su cara ensangrentada y sin un ojo, no protestó. Los mismos jóvenes le entregaron al agresor Alcandro. ¿Qué hizo Licurgo? Tomó a Alcandro a su servicio. Dice Plutarco: “Este fue el castigo y pena que Alcandro recibió de ser un joven exaltado y altanero, quedar hecho un hombre de bien, educado y prudente”. Somos hijos de Dios, no siervos; somos discípulos de Cristo, no simples simpatizantes, somos miembros de la Iglesia, no esclavos. Y Dios, Cristo y la Iglesia quieren que seamos personas maduras y con un estilo de vida envidiable.
- ¿Es usted prudente, pero valiente?
- ¿Es usted educado, pero sin engaño?
Julián Escobar.
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