¡Cuidado con los halagos!
Un sapo besó a una rosa mientras le susurraba al oído:
- Rosa, eres la reina de los jardines, eres bella y perfumada. Sin ti los jardines se marchitarían. Tú en cambio no necesitas a nadie.
Y la rosa se lo creyó. Le dijo al sol que no lo necesitaba, al viento que le molestaba sus caricias, a la lluvia su frescura, a la tierra su jugo y al jardinero sus cuidados torpes.
En unos días que el sol no le dio su calor, ni el viento la acarició, ni el agua la refrescó, ni la tierra le negó su jugo y el jardinero la despreció… La rosa se marchitó y se secó. Y el sapo gritó: ¡Murió la rosa, y ya soy menos feo!
- ¿Se cree usted autosuficiente?
- ¿Se siente usted dependiente de Dios?
Julián Escobar.
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