Aquí no ha ocurrido nada.
Luis XIV, el rey sol, salió muy temprano con su séquito de cacería. Su caballo sorteando obstáculos va tres una pieza por el bosque. De pronto, en un camino, tropieza con un cortejo fúnebre. En unas parihuelas llevan un cadáver El Rey se detiene y pregunta:
- ¿Qué lleváis ahí?
- Señor – le dicen – el cadáver de un hombre que ha aparecido muerto.
- ¿Y de qué ha muerto ese hombre?
Le responden:
- ¡De hambre!
El Rey queda impresionado. En su reino hay gente que muere de hambre. Pero llegó su séquito, lo vuelven a adular y siguió la cacería. ¡Sólo a Dios le importan las miserias y amarguras de sus hijos!
- ¿Ayuda al necesitado?
- ¿Las adulaciones le hacen olvidar las necesidades de los necesitados?
Julián Escobar.
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