Tanto los aviones como los barcos, los transatlánticos, van por autovías aéreas o marítimas señaladas. Tienen que “circular”, “navegar” por las coordenadas señaladas si quieren estar seguros y no sufrir “choques” con otros. En lo espiritual es igual. Si dejamos que nuestro timonel sea Dios, iremos seguros y no naufragaremos por muchos oleajes y temporales que suframos. Si nuestro timonel es Dios llegaremos al puerto aunque la travesía haya sido dificultosa.
- ¿Quién le marca la ruta de su vida?
- ¿Tiene claro a qué puerto se dirige?
Julián Escobar.
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