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Para cualquier creyente, el hogar y la iglesia, deben de ser dos parcelas del Paraíso en la tierra. ¡Deben ser! ¿Cuándo no lo son? Cunado del corazón y de las obras se expulsa a Dios. El hogar se convierte en una sucursal del infierno cuando cualquiera de sus miembros martillea a los demás con egoísmo y pesimismo. ¿Cómo salir de ese infierno? Jesucristo dice: “Yo soy la puerta…” (Jn 10,9).
- ¿Qué hace usted para que su hogar sea Paraíso y no infierno?
- ¿Tiene a Cristo como Puerta de Salvación?
Julián Escobar.
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