“Antes, sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).
Si practicáramos con más frecuencia el perdón, nos evitaríamos muchos dolores de cabeza y de corazón. ¡El rencor avinagra los sentimientos del corazón!
Lo primero que debes hacer cuando alguien te causa un mal es perdonar en tu corazón a esa persona. Todavía no le dices que le has perdonado, pero al perdonarle en tu corazón, dejas el asunto entre el Señor y el ofensor. Esto impide que tus jugos gástricos se vuelvan ácido sulfúrico, y te veas afectado por otros males físicos y emocionales.
Nunca debemos olvidar que Dios nos ha perdonado millones de veces. Así, no debemos titubear cuando se trata de perdonar a alguien por lo que, hablando figuradamente, tan sólo vale unos cuantos céntimos (Mt. 18:23-35).
- ¿Te cuesta perdonar?
- ¿Perdonas cuando te piden perdón?
Julián Escobar.
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