“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12a).
Ejerce un poderoso efecto sobre quien la escucha aun cuando no la crea.
Imaginemos a dos hombres en duelo. Uno le dice al otro: “No creo que tu espada sea de acero verdadero”. ¿Qué sucede? ¿Acaso el otro entrega su espada y admite la derrota? ¿Le da un discurso científico sobre el contenido de carbón y la maleabilidad del metal?
¡Qué ridículo! La da una buena estocada a su oponente, y le deja sentir cuán real es su espada. Así sucede con la Biblia. Ella es la espada del Espíritu y hay que usarla, más que defenderla. Ya se defiende bien sola.
- ¿Lees la Biblia con regularidad?
- ¿Crees en los echadores de cartas y no crees en la Biblia?
Julián Escobar.
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