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Jesús corrigió el mandato del Levítico: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” diciendo: “amaos como yo os amo”. ¿Por qué este cambio? Porque para amar a los demás hay que amarse primero uno a sí mismo. ¡Nadie que no se ame a sí mismo puede amar! Y para amase uno debe tener sana su autoestima. Hay personas con talentos y formidables capacidades que nunca llegan a desarrollarlas por miedo a fracasar o ser criticadas. Una persona de baja o nula autoestima se siente incapaz de superar las dificultades de la vida del día a día. Dice un proverbio africano: “Si no tienes el enemigo dentro, los de fuera no podrán herirte”.
- ¿Qué grado de autoestima crees que tienes?
- ¿Tu peor enemigo eres tú mismo?
Julián Escobar.
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