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.Juliano el Apóstata ofreció sacrificios a los ídolos, y mandó despedazar víctimas para que el sacerdote pagano viera el porvenir en las entrañas. Nada conseguía el sacerdote pagano. El Emperador estaba furioso. El sacerdote pagano dijo: “Entre los presentes debe haber algún buen cristiano que puede más que nuestros dioses”. Juliano gritó:
- ¿Quién hay aquí que sea cristiano?
- ¡Yo! Dijo un soldado con valentía y calma. Y lo dijo con tal autoridad, que Juliano, bajó la cabeza y se retiró. El soldado era el mártir san Prudencio.
- ¿Hubiera usted respondido como Prudencio?
- ¿Guarda silencio de su condición de cristiano ante los julianos apóstatas?
Julián Escobar.
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