¡Tienes salvoconducto!
Para entrar en un país extranjero la policía de frontera nos pide el pasaporte, si no lo tenemos o no nos deja pasar o nos detiene. En la Edad Media, a lo que hoy llamamos “pasaporte” se le llamaba “salvoconducto” para viajar. San Pablo nos dice que nuestra patria es el Cielo (2 Cor 5,1). Para nuestro paso por la Tierra Dios nos concede un salvoconducto, una garantía de estar bajo su protección. El día que tengamos que regresar a Él, a la “patria” externa, ¿podremos mostrar el salvoconducto limpio de acusaciones y fechorías en la puerta del tiempo?
- ¿Qué estás haciendo con los dones que Dios te dio?
- ¿Está limpio su salvoconducto?
- ¿Qué tienes que corregir en tu vida?
Julián Escobar.
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