domingo, 30 de octubre de 2016

30 de octubre de 2016

Imagen extraída de "mundoconsejos.com"

Yo, Dios, te pregunto
¡Ayudar a…! 
Luchamos por lo que vale la pena. Tu esposa/o, tus hijos, tus padres, tus amigos… ¿Valen la pena que les ayudes siempre? Toda persona, por ser hijo de Dios, merece ser atendida y ayudada. Por eso Dios siempre está buscando al hijo perdido. También nosotros debemos ayudar a los demás cuando vemos que se han equivocado de camino.
La hija de santo Tomás Moro cometía pequeñas faltas queriendo, para que su padre le regañara. Lo hacía con tanta delicadeza, que la hija disfrutaba con la amonestación.
Si no se sabe corregir con respeto y delicadeza, es mejor “callar”. Los gritos y el mal humor no son formas pedagógicas ni cristianas para corregir o ayudar a una persona “caída” en una falta.
- ¿Es el amor lo que te empuja a corregir a los demás?
- ¿Cómo aceptas las correcciones?
Julián Escobar.

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