¡Decir y no hacer!
Un maestro les decía a sus alumnos que el trabajo, las ganas de trabajar, manifestaba la salud del alma. Entonces un alumno dijo: “Si la salud del alma se manifiesta en las ganas de trabajar, aquí todos tenemos el alma enferma”. El maestro, después de sonreír por la ocurrencia del alumno, continuó diciendo. “Cuando perdemos el apetito, ¿por qué es? Es porque estamos enfermos, y si queremos recuperarnos nos obligan o nos obligamos a comer. Así sucede con la falta de ganas de trabajar. Por eso es de personas valientes los que sin tener ganas de trabajar, trabajan con empeño”.
- ¿Es usted trabajador del Evangelio?
- ¿Es perezoso hasta para asistir a Misa los domingos?
“El amor purifica el pensamiento y engrandece el corazón; lleva a la razón por guía”, pero si va acompañada por el amor, que hace ver y oír lo divino.
Julián Escobar.
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