¡Los ricos pobres, los pobres ricos!
Hay ricos sin felicidad, hay pobres con felicidad. Quien pone su corazón en las riquezas vive pendiente de acumular, de no ser robado, y no tiene tiempo para vivir amando y no siendo el guardián de sus riquezas. Olvidarse de amar es como olvidarse de Dios, y el olvidarse de Dios es caer, en la soberbia: ¡Tengo riquezas, no necesito a nadie! Esto es lo que creía el rico epulón del Evangelio de hoy (Lc 16, 19-31). Se olvidó que la mayor pobreza es no amar, no el no tener riquezas materiales.
Hay ricos epulones que tenemos que recordarles que:
- La indiferencia mata
- El amor es hogar
- El trabajo es estímulo
- La amistad es relación
- La Iglesia es entusiasmo
- ¿Vives encerrado en ti?
- ¿Ayudas a los Lázaros que te encuentras?
Julián Escobar.
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