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.Sobre la tumba de Hafiz, el mayor poeta persa, una mujer puso hace doscientos años una flor en señal de afecto y veneración; esta flor, constantemente renovada, según se marchitaba, por los descendientes de la mujer, adorna aún hoy el túmulo del célebre lírico oriental.
Sigue tú también esta hermosa costumbre. Hace dos mil años que todo buen cristiano, a los pies sacratísimos de Jesús muerto en la cruz, pone una flor más hermosa que la de Hafiz: el corazón.
¿Ante quién arrodillas tu corazón?
¿Eres flor o espina para Cristo y los que te rodean?
Julián Escobar.
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