Imagen extraída de "4.bp.blogspot.com"
¡Salvar, no condenar!
Ortega y Gasset hablaba de esos hombres “que cuando pierden la alegría, el alma se retira a un rincón del cuerpo y allí se hace su guarida”.
¿Por qué se pierde la alegría?
Un hombre era dueño de un hermoso jardín donde los niños jugaban y los mayores disfrutaban de la hermosura y fragancia de las flores. El dueño levantó un muro alrededor de su jardín para impedir que las personas lo disfrutaran. Al poco tiempo las plantas comenzaron a estar mustias hasta perderse. El egoísmo del dueño fue la causa de la pérdida de la alegría de niños, mayores y del propio jardín.
La vida no se puede encerrar, y menos entre paredes de egoísmo. Y condenar es siempre encerrar el amor y el perdón.
- ¿Pierdes con frecuencia la alegría?
- ¿Eres un hermoso jardín encerrado en paredes de egoísmo?
Julián Escobar.
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