- Viene usted del banco, Manuel, y con cara alegre, eso es señal de que tiene buenas cuentas.
- ¡Lo normal! Mi Isabel no es derrochona aunque, como mujer, sí algo caprichosilla. Pero he de confesarlo, que los hombres no somos menos.
- Pero ¿tiene o no buenos euros?
- Jaja, los muchos o pocos euros que tengo, todos son buenos, ninguno falso. Pero contra el vicio de preguntar, está la virtud de no responder. además hay cosas más importantes que el dinero.
- ¡Dígame una!
- ¡El amor, por ejemplo! San Juan Crisóstomo decía: "en la eternidad vale una sola moneda, la caridad = amor, y al final de la vida, el hombre llevará al cielo sólo lo que haya regalado al prójimo, ese es su tesoro del cielo". Así que a mi Isabel y a mí no gustan bastante los euros, pero no descuidamos al prójimo necesitado.
- ¡Usted siempre me habla de amor y de la moral cristiana! A mí me gustan más las cosas fuertes.
- A usted le va más los chismes de cama, los intercambios de pareja... jaja... lo invitaré a comer a casa un día para que le haga preguntas a mi Isabel... ¿la seguridad social pone cabezas nuevas?
Julián Escobar.
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